Hablando con una amiga también profesora de Griego, también filóloga clásica, convinimos en que no era lo mismo Grecia que Roma. A ambos nos cautivó la cultura de la Grecia Antigua: su historia casi libertina, su literatura, muchísimo más variada… Así que me bastó decirle: «Roma… ¡Bah, demasiado estado!», y me entendió a la primera. Sólo me faltaba dar con el eslógan: ἔρως τε οἶνός τε καὶ διαυλός.
Sexo, vino y diaulós
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