La isla olvidada

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La isla olvidada. Un periplo por el Mediterráneo modesto (Editorial Juventud, ISBN 978-84-261-4132-3) es la crónica de una viaje a vela protagonizado y escrito por Lluís Ferrés Gurt. Tiene todos los ingredientes para gustarme: un viaje en velero, islas mediterráneas e historia y cultura, en parte italiana, pero sobre todo griega antigua y moderna.

Portada del libro La isla olvidada

La isla olvidada a la que se refiere el título es Saría, una de las islas más modestas del Dodecaneso, hoy deshabitada. Pero, a la manera del viaje a ítaca de Kavafis, Saría le importa al autor sólo relativamente como destino, y más como excusa para iniciar una singladura. Comienza así el libro, destacándolo:

Un destino deseado, esta es la única excusa que se necesita para iniciar un viaje. Por ejemplo, una isla remota guardada por vientos feroces (…) Una pequeña isla abrupta y reseca con calas minúsculas flanqueadas por viejos tamariscos, rodeada por acantilados donde anidan orgullosos halcones de Eleonora, surcada por tortuosos senderos hollados solo por las cabras asilvestradas, envuelta en aromas violentos de tomillo y orégano, orlada por oquedades rellenas de la más pura y blanca sal marina que nos habla de oleajes violentos y temporales desatados. Una islita desde cuya cima se contemplan horizontes infinitos en un mar azul cobalto tras el que se esconden tres continentes distintos.

El libro relata este viaje que discurre voluntaria y morosamente por las islas menos conocidas y holladas por el turismo. Así, se obvian las Baleares, Estrómboli, Malta, Corfú, Miconos, y en cambio se visitan Asinara, Pantelleria, Amorgós, Saría y otras muchas islas modestas. Está escrito un poco a la manera herodotea: el autor llega, describe y a continuación cuenta alguna historia o anécdota antigua o moderna, y las hay a montones: la terrible razón por la que Ustica fue llamada «la isla de los huesos», la decadencia de las almadrabas de Favignana por la pesca intensiva del atún rojo, la época dorada, épica y a la vez terrible, de la pesca de esponjas con escafandra…

Fondeo en las islas Lavezzi
Fondeo en las islas Lavezzi. Foto: José M. Ciordia, 2011.

De las muchas pequeñas historias, me quedo con la del pescador de esponjas simiota Stathis Hatzis, que se sumergió a pulmón libre durante tres minutos hasta los 88 metros de profundidad para atar un cabo a una ancla enrocada y rescatarla, y la recompensa que pidió por ello. Y si el éxito de un libro se mide por la pasión que pueda despertar en el lector, me confieso tocado por la descripción de Amorgós y el monasterio de Panagiá Jozoviótissa, un nido de águilas sobre el mar Egeo.

El autor es biólogo y marino de profesión, pero escribe muy bien:

Al día siguiente levanto fondeo al amanecer. Sopla un ligerísimo terral perfumado por las flores de los limoneros y la cumbre del Etna luce un color blanco con ligeros tonos rosados a la luz rasante del sol que se levanta. Sicilia, en primavera, se resume en dos palabras, en dos blancuras: nieve y azahar.

En definitiva, es un libro muy aconsejable para quien no pueda viajar, y lo haga de este modo, vicariamente; para quien busque una isla que poner en su mira; para quien haya vivido y amado otras islas del Mediterráneo y quiera sentirse de nuevo en casa.

Le sobra al libro el capítulo “Cadaqués: ecos acádicos”, en el que el autor propone una descabellada hipótesis toponímica según la cual navegantes acadios, ni más ni menos, habrían visitado y nombrado esta población ampurdanesa y algunos de sus islotes. Tan fuera de lugar como que un filólogo sostuviera seriamente que el caballito de mar es el resultado de la adaptación al medio marino de un equino, no sé si me explico. Y hay muchas erratas. Enamorado del librito, de la edición en general y del mar, me he tomado la molestia de recopilarlas, con intención de enviarlas al autor como agradecimiento. Me salen unas cuarenta, pero el autor no está localizable en internet, así que esperaré pacientemente a tener noticias suyas para hacérselas llegar. ¡Ah del barco!

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Comentarios

  1. JoseAngel

    Lo de Cadaqués… cada quien es cada cual, y cada cual es lo que es. Es que Grecia tira mucho a los no catalanes, pero a los catalanes aún más. Ya sabes, “Vaixell de Grècia”, “Viatge a Itaca” etc. etc. María del Mar Bonet también tenía un disco griego, y todo eso marca.

  2. LLUIS FERRES GURT

    Un abrazo agradecido desde Leros. LLFG

  3. pómpilo

    Salut, Lluís, i bon vent!

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