Ollogoyen y Ollobarren son dos concejos contiguos del municipio de Metauten, en el Valle de Allín, que es parte de la comarca de Estella Oriental, parte a su vez de la merindad de Tierra Estella, en la Comunidad Foral de Navarra, España, Unión Europea, planeta Tierra, en este lado de la Vía Láctea. O sea, estos en OpenStreetMap.
Foto: Ollobarren y los cortados de la sierra de Lóquiz de Basotxerri, con licencia CC By-Sa 4.0
La etimología de ambos topónimos es, en parte, muy sencilla. Como indica el utilísimo, moderno y completo Diccionario etimológico de los nombres de los pueblos, villas y ciudades de Navarra: apellidos navarros (Pamplona: Pamiela, 1999; ISBN 9788476812396) de Mikel Belasko, una parte de ambos topónimos es vasca y de significado transparente: Ollogoyen significa ‘Ollo de arriba’, de -goien ‘parte superior’, y Ollobarren ‘Ollo de abajo’, de -barren ‘parte inferior’. Tanto Julio Caro Baroja como Belasko y el sentido común dan por hecho que la primera parte de ambos topónimos, ese Ollo-, es también de origen vasco. Dice Caro Baroja que significaría ‘gallinero’ y procedería del vasco oilo ‘gallina’; pero la hipótesis no me convence, y parece que a Belasko tampoco. Si ambos expertos filólogos hubieran hecho senderismo por la zona, como hice yo hace un par de años, habrían llegado a esta otra explicación, tan sencilla como rotunda.
Ambos concejos son contiguos y están situados al pie de los cortados de la Sierra de Lóquiz. Uno de los caminos que bajan de la sierra atraviesa, en las coordenadas 42.69182° -2.14723°, una formación rocosa, una cueva pequeña o paso (ver fotos) que llaman —por lo que he podido rastrear en internet— de estas maneras: el «Paso de la Raposa» (13.700 googles), el «Agujero de Ollo» (2.810), el «Ojo de Ollobarren» (1.970), el «Paso del Raposo» (1.210) y, por último, aunque con solo 5 resultados en la búsqueda en Google, el «Ojo de Ollo».
Foto: Ojo de Ollo de Pompilos, con licencia CC By-Sa 4.0
Cualquier filólogo romanista reconocerá inmediatamente en tales topónimos la palabra ollo que significó precisamente ‘ojo’ en un momento de la evolución de esta palabra del latín vulgar al romance medieval castellano: oculum > oculu > ocolo > oclo > oilo > ollo > osho > ojo; como al navarro-aragonés uello y al occitano uèlh. Entre los topónimos y sus variantes destaca, por su especial encanto, el Ojo de Ollo, que significa tal cual ‘el ojo de ojo’, un tautopónimo como lo son Valle de Arán (‘valle de valle’) y río Flumen (‘río río’) entre muchísimos otros. Me parece significativo que una informante del cercano concejo de Ganuza no reconociera ante la senderista y bloguera Isa S. el resto de denominaciones, y le informara de «que lleva viviendo en Ganuza 60 años y su nombre es “Ojo de Ollo”».
De lo anterior se siguen dos conclusiones: la primera que Ollogoyen significa ‘parte de arriba del Ojo’ y Ollobarren ‘parte de abajo del Ojo’; y la segunda que el topónimo más antiguo de los tres es Ollo ‘el ojo’, que designa a la cueva que permite el paso de la sierra al valle, y que tiene que ser anterior a la formación de los otros dos, porque está en su base. Lo más llamativo: que el topónimo antiguo esté en lengua romance y los posteriores, atestiguados por primera vez en 1268, en vasco; sirva, tal vez, como dato para la historia de las lenguas de estas tierras.
Dejo sin abordar cuestiones que no están relacionadas con lo anterior, aunque pudiera parecerlo, como la existencia de un Ojo de San Prudencio en cortados cercanos de la Sierra de Lóquiz, sobre Ganuza, y del topónimo Ollo, que designa a un pueblo cercano a Pamplona y que aparentemente no tiene relación etimológica con nuestro ojo, como explica pormenorizadamente Mikel Belasko. Satis est, o sea, que ‘ya vale’ para esta que es la primera —y probablemente única de mi vida— aportación a la investigación toponímica de mi tierra natal, servida con treinta y seis (¡36!) enlaces.
Añadido el 19 de abril de 2024. Leyendo sobre el romance navarroaragonés, me ha quedado la duda sobre la evolución de la primera vocal, la ŏ breve tónica, que debería haber diptongado a uello según la evolución habitual en este romance. Sin embargo, en el topónimo se puede estar produciendo el mismo resultado aparentemente excepcional que se produce en la palabra ojo en el romance castellano. Encuentro esta explicación, que también da cuenta del resultado con /o/ de los castellanos ocho y noche:
«una consonante velar implosiva vocaliza en [i̯], o sea, yod, y ya sabemos que yod tiene la capacidad de trastocar absolutamente todo, tanto lo consonántico como lo vocálico. En lo que nos concierne, se trata de una inflexión, que cierra la /ɔ/ en /o/, que ya no diptonga, pues actúa igual que ō primaria.
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