La etimología es una disciplina menor de la filología, pero también es una de las más agradecidas. Uno cree que lo sabe casi todo (a ver, casi todo lo que acabará sabiendo en su vida, quiero decir, que no es mucho), y de repente, a la vuelta de una línea, se da uno de bruces con una etimología nueva, insospechada y rica. Tal que esta.
Ya hace años que descubrí el balancín, báscula, columpio o grúa llamado por los árabes shaduf, que se usaba en Egipto para subir agua del río a los campos de cultivo gracias a un contrapeso. Me he vuelto a topar con él inesperadamente. Leo en el Liddell, Scott & Jones (1940), a través de Logeion, que de κῆλον ‘asta de flecha’ vienen κήλων ‘viga basculante’ y κηλόνιον (con las variantes κηλώνιον, κηλώνειον y κηλωνήϊον) ‘cigoñal, shaduf’. Parece, pues, que la máquina se llamó en griego así porque su brazo horizontal es poco más que un asta, una viga.
Shaduf en un grabado de A. B. Edwards A thousand miles up the Nile (1890), p. 73.
Me despierta curiosidad el nombre del ingenio en español: cigoñal o cigüeñal es un derivado de cigüeña, debido a que el cuello y el pico largo de este animal forman una especie de letra gamma mayúscula, una Γ, que se inclina hacia el suelo cuando el ave quiere coger su comidita del barro. En el Dictionnaire Latin-Français de F. Gaffiot (2006) descubro que el latín ciconia, además de al ave, nombraba al cigoñal («3 appareil à puiser lʼeau [fait dʼune longue perche montée sur pivot]») según dicen las Etimologías de Isidoro de Sevilla (20, 15, 3). Y varios diccionarios informan de que tanto el κηλώνιον griego como la ciconia latina eran además un arma de asedio con la que se subía a un grupo de soldados u objetos pesados a lo alto de las murallas. Plinio, Vegecio y Tito Livio dan abundante testimonio de su uso. Una curiosidad más: dice el Lewis and Short A Latin Dictionary (1879) en ciconia II C que esta palabra, en su acepción de máquina elevadora, tiene un sinónimo, el tolleno; el Dictionary of Medieval Latin from British Sources de Ashdowne (1975-2013) afirma que «stabat … telon quod Hispani ‘ciconiam’ vocant» (‘había un telon al que los hispanos llaman cigüeñal’) Balsh. Ut. 51. Mira tú qué gracia.
Pues bien, se me ha ocurrido pensar que esta máquina es la que llamamos en español actual grúa, y esto me ha llevado a otro étimo que encaja en la serie como un guante. En latín grus es la ‘grulla’, el ave emparentada y de pico parecido al de la cigüeña, que según testimonio de Vitruvio (10.19) también designaba a una máquina de guerra, el corvus ‘cuervo’. Del nombre de la grulla viene nuestro grúa. Y, lo que no me esperaba yo para nada: del nombre en griego de este ave, γέρανος ‘grulla’, el de la flor ornamental: γερἀνιον ‘geranio’. Y eso porque, cuando la flor del geranio (que podríamos llamar ‘planta de la grulla’) pierde los pétalos, su fruto adquiere la forma de pico de grulla o de cigüeña. Los ingleses llaman a la flor crane‘s bill por lo mismo, y crane a la grúa. Toma ya.
Pero lo que más me ha sorprendido ha sido descubrir que en Táctica (19.7 y 67), la obra del emperador bizantino León VI el Sabio del siglo IX, se lee que los griegos de entonces llamaban γἐρανος a un ingenio embarcado en los drómones que tenía forma de letra gamma mayúscula Γ y se giraba naciendo sobresalir su brazo fuera de la borda. Se trata de un pescante, de uno de cuyos extremos colgaban un peso que, una vez puesto alla pendura, dejaban caer sobre los barcos enemigos para perforar su casco. Es decir, lo que en época clásica se llamó un δελφίνιον y llamo en mis escritos delfín naval o de guerra. Me resultó delicioso saber que, no hace muchos años, los arqueólogos que han vuelto a excavar el pecio de Anticitera encontraron entre los restos un bloque de plomo que es el único ejemplar conservado de este proyectil de artillería primitiva. Cómo disfruto, joder.