Pocas expresiones me transportan con tanta viveza a la infancia como este «a repucha», seguramente porque después de la infancia prácticamente nunca volví a oírla. Para quien no la conozca, la explico. En mi pueblo y alrededores, cuando un niño no quería algo (mejor si en lugar de una sola cosa, eran varias pequeñas), gritaba «a repucha» e inmediatamente todos los demás acudíamos como locos a su lado porque sabíamos que lo iba a tirar al aire para que lo cogiera y se lo quedara quien quisiera y anduviese más listo. Había entre los niños un momento de trastorno mental transitorio y gozoso por hacerse con lo que fuera por su habilidad en cogerlo y gratis: unos cromos, caramelos, no sé, servía cualquier cosa. Y nos lo apropiábamos como si de un milagro se tratara en aquellos años de menos abundancia.
En Tierra Estella cuando una palabra no nos suena a española, damos por hecho que procede del vasco, pero en este caso no es así. A repucha viene del término latino conservado en lenguaje jurídico repudium ‘rechazo’, una palabra relacionada con divortium ‘divorcio’. Según leo por ahí, ambas fueron cambiando ligeramente de significado: repudium significó en latín clásico la manifestación por parte de uno de los cónyuges del deseo de divorciarse, frente al divorcio, que designaba la materialización de este deseo. Y más tarde designó al divorcio cuando no era por mutuo acuerdo de ambos cónyuges sino por el deseo de uno solo. (Hay una tesis doctoral dedicada, entre otras cosas, a esclarecer las diferencias entre uno y otro: Repudium – divortium (origen y configuración jurídica hasta la legislación matrimonial de Augusto), de María Eva Fernández Baquero.)
El a repucha que aún deben seguir gritando los niños de Tierra Estella procede de repudia, el plural de repudium, que es un sustantivo neutro de la segunda declinación, y que a veces se usaba con preposición formando el sintagma ad repudia. Curiosamente tiene un hermano, que podemos llamar mayor, en el verbo repuchar , que figura en el diccionario de la RAE como sinónimo de repudiar sin indicación de que se trate de un localismo, aunque yo nunca lo he oído ni leído. Entiendo que la preposición con que empieza la expresión a repucha no procederá de la expresión latina ad repudia, sino que se trata de la preposición a del español que se usa para indicar la manera de hacer algo, como en a lo bruto o a la remanguillé. Así, los niños (o los leguleyos de los que aprenderían la expresión) dirían a repucha queriendo decir ‘a la manera del divorcio, como se rechaza lo que ya no se quiere tener con uno’.
Sobre la evolución fonética, no puedo decir gran cosa, salvo que no se produce la evolución estándar del castellano: en el grupo «vocal + D-yod» (yod tercera la llaman) estas evolucionan a «y», como en RADIARE > rayar. Aunque a veces evoluciona a /dz/, como en GAUDIUM > godzo > gozo. Tal vez la africada / t͡ʃ /, o sea che, de repucha sea un resultado de la evolución de ese /dz/ intermedio: REPUDIA > repudza > repucha (el catalán rebutjar ‘rechazar’ tiene esa misma consonante palatal), y que se conserve la oclusiva /p/ sugiere que estamos ante una evolución del navarroaragonés, pero aquí lo dejo porque no sé más.
Busco la expresión a repucha en internet, y confirmo que se trata de un localismo, porque solo se usa en cuatro textos, escritos todos por personas de Tierra Estella: un Barnó arquitecto, un Martínez Vicuña fotógrafo, un cronista local anónimo y un Mañeru Sanz de Galdeano metido a lexicógrafo.
De todo lo cual tomo nota, publico y doy fe para el recuerdo de los siglos venideros en Zaragoza a 21 de abril de 2024, día en que se cumple el 2777 aniversario de la fundación de Roma y víspera de la festividad de San Jorge, Άγιος Γεώργιος para los amigos.